“Tras la desaparición de Andersen duermo como un niño, me despierto cada día a media noche y lloro” decía Joe Bernardino, su último presidente. No es frecuente encontrar niños por los pasillos de las oficinas –sólo el viernes fuera de horario o en Kidzania.
Trabajo y niños parecen antitéticos. Vamos a la fábrica porque ya no somos niños, porque hace tiempo que nos afeitamos y sabemos que no existen los reyes magos. Pero ¿qué pasa en un centro laboral si entra un niño? Se convierte por derecho propio en el centro de las miradas. Los presentes sonríen, o abiertamente se ríen. Se rompe el rigor escénico. Aflora la ternura. ¿Nos interesan estos valores?
El mundo infantil desafía abiertamente el mundo de los negocios. La empresa es el ámbito del cálculo, de la planificación, del tener respuestas preparadas. El niño en cambio no planifica y tiene la memoria corta. Cada mañana abre una página en blanco y todo lo que no hace hoy se dispersa en un genérico mañana.
El niño hace las cosas mal –pero dejamos que así las haga. No pretende ser el mejor, sólo quiere ser mejor. No sabe, pero está dispuesto a aprender. Se equivoca continuamente pero insiste constantemente. Lo bajamos de la mesa y vuelve a subir inmediatamente. Hay que armarse de paciencia, porque sólo aprenderá con años.
El niño dice lo que piensa, no piensa lo que dice. Pregunta a la vecina en el ascensor porqué lleva peircing. Es pura expresividad sin doblez, para el bien ni para el mal. No puede callar si tiene hambre, o dejar de dar botes si se ilusiona. Tiene unos sentimientos asertivos. Por eso entiende la necesidad de dar gracias y pedir perdón -recursos emocionales que con la madurez tendemos a olvidar.
El niño –a diferencia del directivo- sabe que el mundo no depende de él, por eso confía en la gente que lo hace rodar, siendo para él omnipotentes. Sabe que no es autónomo. Y cómo no tiene nada, hay que dárselo todo. Pide, llora y consigue. De la dependencia a la interdependencia.
La supervivencia del niño radica en su relación. Su riqueza es “ser hijo de”. Sabe que estamos unidos a él, que no le dejaremos, y que sentimos sus mismos sentimientos. Por eso presiona con una sonrisa y se da cabezazos en la pared como recurso extremo.
Reivindicar niños en la oficina no es tanto introducir horarios de lactancia como en las fábricas de corcho del siglo XIX. Pero veo claro que personalizar la empresa pasa por aumentar la presencia de lo familiar. Propongo volver a la cultura de las fotografías sobre la mesa del escritorio, o a aquel “papá no corras” de los salpicaderos del automóvil.
Conciliar no es vivir dos mundos separados sino mezclados. Hay que quitarse la careta y reconocer que la primera preocupación de los altos directivos es la adolescencia de sus hijas, como ponen de manifiesto películas como Wall Street II o El Diablo Viste de Prada. La familia es también la raíz de las habilidades profesionales básicas: comunicación, iniciativa, sentido de la responsabilidad –como comentábamos con un profesor de IESE en un congreso sobre competencias.
Poner niños en la oficina es ver a los colaboradores con más sencillez. Adoptar esa actitud paternal de disculpa, de fijarse en lo positivo y ver posibilidades. Descubrir la perpetua niñez del hombre de que nos habla Jaume Balmes: “Los niños ríen y juguetean y retozan, luego gimen y rabian y lloran, sin saber muchas veces por qué; ¿no hace lo mismo, a su modo, el adulto? Los niños ceden a un impulso de su organización, al buen o mal estado de su salud, a la disposición atmosférica, que los afecta agradable o desagradablemente; en desapareciendo estas causas, se cambia el estado de sus espíritus; no se acuerdan del momento anterior ni piensan en el venidero; sólo se rigen por la impresión que actualmente experimentan. ¿No hace esto mismo millares de veces el hombre más serio, más grave y sesudo? (…) Poco basta para extraviar al hombre, pero tampoco se necesita mucho para corregirle algunos defectos. Es más débil que malo (…) Es niño hasta la vejez” -El Criterio.
El niño es el triunfo paradójico de la fragilidad, de la perfecta incompetencia, que exige todo de nosotros. La gran lección de la humildad. El misterio que encierra la navidad. En estos días que celebramos que se hace niño, Aquel que le dijo a un empresario que no entraría en el reino si no volvía a nacer. La actitud de querer ser siempre adulto, acaba resultando pueril.
Gabriel, este post me evoca -mutatis mutandis- lo que en otro contexto podríamos llamar «infancia managerial» o «perfil de niño, doctrina de CEO’s»?
😉
Felicidades Gabriel, fantástico post!
Feliz Navidad
Llorenç
🙂
Gracias. Ya va siendo hora de que en los trabajos se deje de confundir eficacia con insolencia
Tan senzill i tan distant.
Gràcies Gabriel.
No puedo estar más de acuerdo con el post de principio a fin. Enhorabuena. Espero concerte en Sevilla.
Bien Gabriel, más aún si después del Gordo somos afortunados con el sorteo del Niño…
Cuestión aparte es porqué en el ámbito de la gestión no desarrollamos las mismas habilidades para unir emocionalmente como si lo hicieramos con niños (a los que queremos, e incluso por su fragilidad a los que nos resultan insoportables les diríamos las cosas con cierto cariño), y pensamos en el largo plazo de los adultos esperando a los hombres del mañana, lo cual es impensable en el mundo de los negocios: lo aprendido ayer lo tienes que saber hoy y tiene ya que dar resultados, y no valen excusas ni lloriqueos… Gestionar ámbitos de relación infantil ¿implica necesariamente falta de madurez en la toma de decisiones, precipitación en los objetivos?, ¿qué ideales podemos trasponer a el resentido mundo de los adultos -sabe más el diablo por viejo, que no por diablo-? para que mejorando tan solo nuestras relaciones humanas (que sean más directas, mas sinceras, mas francas, mas transparentes) podamos desarrollar entornos de gestión profesional más operativos (es un reto difícil, pues la familia te viene dada, pero a los amigos los escogemos -y también los descartamos-)
Y ya puestos, ojalá las organizaciones acabaran funcionando como familias (estables), y por cierto, en mi casa manda mi mujer -gracias-, y aquí viene entrelazado el otro tema: ¿que habilidades y dedicación de una madre de familia pueden liderar el buen gobierno de una organización?, ¿Cómo focalizamos esta operativa y su criterio?). De momento, «al responsable buen padre de familia» tal y como lo define el Código Civil como paradigma del bien hacer, lo dejaremos para que trabaje y para que su neurona sea capaz de fijarse en varias realidades a la vez…
Feliz Navidad, que el Niño Dios nos traiga amor y entendimiento entre todos, y nos haga como Él, más niño abierto al mundo y dispuesto a entregarse a el (sin esperar nada)
Buen análisis fenomenológico de la psicología infantil. Estoy de acuerdo que establecer la oposición de los sentimientos: unos para la familia y los amigos, y otros para el mundo del trabajo, es una falsa dicotomía. Por eso los «masters pensadores de las empresas» tenéis el reto, no fácil, de reflexionar como compatibilizar (conciliar) estos dos ámbitos y unificar los sentimientos para que la empresa sea más humana.
Una observación. Cuando dices: «hace tiempo que nos afeitamos y sabemos que no existen los reyes magos», decirte para los que aceptamos lo que dice el Evangelio que los «reyes magos sí existen», los papás los suplen, que es distinto
Bon Nadal Gabriel i a la resta de la teva família, i feliç Any Nou 1011.
Lluís Pifarré
Hola Gabriel: Després de llegir el teu llibre i de veure aquest post, et felicito per la teva habilitat en no deixar indiferent al destinatari dels teus escrits.
genial. gràcies.
Gabi,un post muy acertado y resonante. A mi me ha hecho conectar con las conversaciones que llego a mantener en algun momento con clientes. Especialmente en alguna sesion de trabajo. Cuando entramos a hablar de nuestr@s hij@s aparecen otras disposiciones y otro nivel de confianza y sensibilidad. Por que sera?
Efectivamente, el tema de la conciliación (separación) trabajo familia creo que no lo tenemos bien planteado. Uno de nuestros grandes obstáculos contemporáneos es el fraccionamiento: entre vida personal y vida laboral, entre empleos discontinuos, entre días laborables y días festivos, entre conductores y peatones, entre políticos y ciudadanos… siendo como somos unos y los mismos en un lado y en otro.
Et desitjo tota la pau i felicitat durant aquestes festes i pel 2011
Querido Gabriel, me ha encantado tu post. Me admira tu capacidad de generar «pensamiento lateral» que siempre me descoloca un poco (en positivo). Gracias.
Es que, en mi opinión, nos hemos dejado tomar el pelo por una especie de deseo colectivo de responder a un estandard: triunfo, poder, nuestros hijos son los mas inteligentes, tengo el coche mas chulo, van al colegio mas guay, tengo una blackberry….. y finalmente ( a veces) olvidamos lo esencial: tenemos los hijos que tenemos y debemos quererlos y apoyarlos, tenemos (algunos) la suerte de tener una familia que nos apoya, trabajamos y nos ponemos objetivos sesgados «porque queremos»….. el reto es simplificar, volver a la esencia, volver a disfrutar de lo «pequeño».
Efectivamente en estos días que Gaudí está más presente vale la pena su definición de originalidad como volver al origen (que el Papa mencionó explícitamente). Para los que somos del barrio es muy interesante. Y ahora en Navidad corre es misma idea «volver» a la raíz, volver a uno mismo. Dejar de huir de uno mismo. Tenemos tantas excusas para vivir fuera.
Muy humano y tierno, gracias Gabriel por compartir.
FELIZ NAVIDAD
Interesante reflexión en la que como casi siempre me identifico. Precisamente una de las razones principales para teletrabajar ha sido integrar todos los ámbitos de la vida lo más posible.
A veces es incómodo y alguien de corta edad llora por un motivo que te cuesta comprender, y más cuando estás en plena reunión telefónica… pero al final todo suma. P.e. aprendes a ser paciente más allá de tus límites naturales (los míos no son precisamente anchos); aprendes a lidiar con múltiples fuentes de estrés y a gestionarlas con más sentido común… y suma.
No recuerdo quien decía que conoces realmente a alguien por como trata a su mascota, no te digo ya a su familia.
A mi me gusta oir rumor de niños [o de hogar] cuando hablo con colaboradores a horas intempestivas. Le da un toque especial a nuestro trabajo conjunto.
No sabes lo identificado que estoy con tu comentario. Yo también trabajo cada día más en casa. Y la verdad es que lo primero que me sale cuando me llaman por teléfono y se oye al enanito es excusarme. Pero mis interlocutores -más bien interlocutoras- les suele hacer gracia.
¡ Gracias !. Feliz Navidad a todos.
Gabriel, me parece interesante tu propuesta si bien creo que dar un paso más sería interesante. Me cuesta entender que mis hijos no conozcan el sitio y ambiente donde paso gran parte del día. Su educación está coja. La escuela debe salir de su recinto e ir a la calle y hasta los centros de trabajo de sus padres. Deberían haber jornadas específicas para tales propósitos lo mismo que hay excurisones, ir al cine o visitas a museos. Luego, claro, llegan los chavales a los 20 años a incorporarse a su primer puesto de trabajo y ocurre lo que ocurre.
Por otro lado, y en sentido contrario, son numerosos los beneficios que pueden aportar las presencia de los hijos en los trabajos. Muchos ya se han comentado pero hay uno que me parece clave. Al igual que la presencia de los niños en la calle hacen las ciudades más seguras (todos nos portamos «mejor» en presencia de niños), la presencia de éstos en el trabajo hace que nuestra misión sea más responsable en todos los sentidos y con un objetivo más claro y motivante.
¿Para qué quieres un portaretratos de tus hijos sobre la mesa? ¿No es lo mismo que tener la foto de la playa paradisiaca de tus sueños? Vamos, trae la playa a tu oficina!!
Un saludo a todos.
http://alex-elusodesimismo.blogspot.com/
Alejandro, siempre profundo, acertado y concreto. En Inglaterra todos los padres de los alumnos pasan un día al aula y explican a la clase a qué se dedican. Realmente, como apuntas el desconocimiento de las posibilibades reales de trabajar es enorme. La mayor parte de los perfiles dónde tienes posibilidades reales no salen en el libro de Sociales que todavía habla de los tres sectores: primario, secundario y terciario.
El escritorio es un mar de posibilidades. Yo me traje mis hijos un día y me dejaron unos postits escritos dónde me animaban a trabajar y a volver pronto a casa (la paradoja de nuevo). También llevo un muñequito de Teletubies en el maletín. Las fotografías son la presencia simbólica. Lo de la playa ya lo tiene el fondo de pantalla de Microsoft. Lo importante es que en ella veas a una mujer en biquini -que sea la tuya.
Gracias por tus comentarios. No sé porqué pero se me registraron como spam y los he tenido que recuperar.
No te rula el antispam, pero sí -aunque mejorable- el traductor 😉 ¿Será que te lo ha toqueteado algún niño?
Estoy con vosotros -¿de la necesidad, virtud?- en lo del homeworking… Aunque se produzacan situaciones como la que me lleva a acordarme muy a menudo de mi hija pequeña: la que se cargó la tecla de la hache esta que acabo de presionar.
Gabriel:
Enhorabuena por el post. Es el segundo tuyo que leo y me voy aficionando a ellos. He leido también el de Juan diego Oliver (no sé si será el mismo Juan Diego que coincidió conmigo en el Abad Oliba del 84 hacia adelante) y me parece un comentario atinado.
Feliz Navidad a todos. No la concibo sin niños.
M´agrada molt xerrar amb tu. Efectivament, ets un altre d´aquells agazapados Abat Oliba que abundan. Algun dia us hauríeu de conectar i fer-la grossa.
Nadal ens retorna
als mots més estrictes
Llar, cambra, cançó
somic d´un nadó
El regal de viure
Hola a todos. Post genial y no menos estupendos comentarios, que van más allá de la literalidad de las palabras y nos dejan líneas distintas sobre las que reflexionar. Solo por abrir una distinta, (y llevarte la contraria Gabriel ;-))). Dices: «Poner niños en la oficina es ver a los colaboradores con más sencillez. Adoptar esa actitud paternal de disculpa, de fijarse en lo positivo y ver posibilidades» Resulta que durante muchos años hemos aplicado el análisis transaccional donde nuestras relaciones en el trabajo debían ser las de adultos, de igual a igual, responsables, argumentadas y no las de padre-niño en las que la autoridad marca las pautas y castiga los errores, o los perdona, pero de manera condescendiente. ¿No nos entrenamos para dominar nuestros impulsos y tomar decisiones racionales y no basadas en emociones? ¿No debemos usar argumentos sólidos y cuanto más cuantificables mejor?…
Tomaros este comentario como el de un niño rebelde que quiere liar a los demás antes del recreo.
PD: Por cierto, en mi despacho están las fotos de mis hijas, alguna vez vinieron, aunque no consiguieron entender cual era el trabajo de su padre. Porque un ingeniero de caminos hace carreteras pero ¿qué hace un Psicólogo en RRHH? Yo no he podido explicarselo.
Feliz Navidad a tod@s.
Muy bueno Javier. Efectivamente el AT ha hecho mucho daño. Ha desprestigiado la paternidad confundiéndola con el paternalismo. Te recomiendo Claudio Risé «El padre: el ausente inaceptable». Una corriente italiana que le da la vuelta al pseudofreudismo del AT.
También tienes toda la razón en la dificultad de transmitir a los niños a qué narices nos dedicamos. Tomo aquí la estrategia típica de los yanquis: deberíamos ser capaces de explicar qué hacemos a un niño de 3 años, si no es que no lo hemos pensado suficientemente. Pero los payeses lo tenían más fácil, para encontrarse con sus hijos, con la naturaleza y con Dios en medio de su actividad.
Buenas tardes Gabriel, me ha gustado tu post. Situandome en la negociación de la vida, me quedo con la importancia en las personas de su autenticidad de la niñez – fragilidad, confianza, espresividad, ternura, ilusión. Espero que tengas unas felices fiestas y un estupendo año 2011. Saludos.
Gabi… tu siempre tan….niño? el post es genial, el único problema es cuando los niños tan bonitos, geniales y graciosos se convierten en adolescentes. la gente deja de mirarlos y mimarlos y parece que se vuelvan en contra del mundo, aunque no me extraña, porqué para los adultos, parece que con un año más los niños de golpe dejan de ser seres entrañables para convertirse en skaters, raperos, góticos etc. y si los llevas a la oficina………bueno, bueno el deseo de muchos padres es que por fin se conviertan en adultos y saltarse esta fase tan maravillosa de la vida de un ser humano.
Por cierto…. ¿insinuas que no existen los reyes magos????
voy a seguir creyendo en ellos tal como sigo creyendo en su fantástica obra. Un fuerte abrazo
Bona pensada. Se me viene a la cabeza eso de que de pequeños te los comerías y de adolescentes te arrepientes de no haberlo hecho. Acepto el reto de tratar de estirar el argumento con «ponga un adolescente en tu oficina». Alguien ha dicho que el gran déficit educativo contemporáneo es que sabemos dar bienestar (necesidad básica del niño) y no tanto dar reto y sentido (necesidad básica del adolescente). La setmana passada va estar en Xavier Vives a la reunió del Club Abat i vam quedar que encara acabaríem fent coses. Salutacions intenses.
Magnífico recuerdo para la Navidad, Gabriel.
Podemos sumar aquí el sentido alegórico de nuestros hijos y también el del Niño Dios que llega en navidad y al que dejamos entrar en nuestra casa y en nuestro despacho.
Trabajamos, y debemos trabajar más, para esta conciliación familia-trabajo. Daniel
Gabriel… Sencillamente genial. Es magistral cómo aplicas sentido común a nuestras vidas a través de la figura de un niño. Al tiempo introduces de forma genuina nuestra faceta infantil, adulta y espiritual. Es curioso observar cómo desaparecen las ilusiones infantiles, más auténticas y originales, en favor de las de adultos, más superficiales y etéreas. Pero al tiempo, en la medida en que somos capaces de incorporar la figura de Dios a nuestras vidas, vamos consiguiendo retornar a lo básico y fundamental…, recuperamos la niñez dentro de nuestra madurez.
En la medida que nos acercamos a Dios volvemos a nuestra esencia, aquella en la que no tenemos que preocuparnos de nada porque Otro se ocupa de nosotros. Esta es la alegría, la verdadera alegría. Y, oye, sí, sí…, estoy hablando de empresa, negocios, management…, o ¿es que este mundillo de pirañeo vive ajeno a lo demás?.
Nuestra mayor empresa,…, nuestro mejor negocio es recuperar la alegría de la niñez dentro de nuestra madurez. Nacemos niños y nos vamos a Dios siendo niños de nuevo. Lo que hagamos entre medias…, que cada cuál lo valore. Gracias, Gabriel. Un post fantástico, habitual en ti.
Gracias Luis Angel por tu inteligencia e ilusión. Comparto tus reflexiones. Vivimos en un mundo demasiado adulto y la humanización del trabajo pasa por recuperar plumas perdidas en el camino (Ciudadano Kane y también en Cuento de Navidad) pasan por aquí.
Cada día estoy más convencido de que el estrés de la sociedad superdesarrollada es una enfermedad moral. Y aquí la referencia espiritual resulta inevitable.
Si pretendes tener el control de todo o si, en cambio, cuentas con la necesidad de depender de otros y de Otro. Los mejores psicólogos (y honrados) han acabado admitiendo que la mejor trabajo humano se da bajo el supuesto del Como Sí Dios existiera. Es muy bueno el trabajo de Steiner o de Oscar Tusquets aplicando esto a la arquitectura (Dios lo Ve). Y no es creyente en absoluto.
Que el año 2011 nos permita seguir con estos debates que elevan el alma. Venga de raíz budista o hinduista o cristiana tenemos esta necesidad de elevación. También aparece en el libro «Descubrir ell Alma de la Empresa».
Tu magnífico texto me ha hecho pensar en mi vida y en la de tu familia. Sóc amiga dels teus pares i, amb la mare especialment vam compartir les nostres vivències quan els nostres fills éreu nens. Avui, tenim l’alegria de veure que sou persones adultes però, no vinguts a menys, sinó amb els valors que caracteritzen als infants. És el que he pensat al llegir aquest post i n’estic orgullosa de veure que els fills dels amics i els meus són persones amb sentit comú i criteris ben arrelats. Una bona abraçada i, ves per on, t’he descobert gràcies a l’amic facebook. Bon Nadal!
Gabriel, me ha emocionado el post…es precioso y mucho más util (eficazmente aplicable) de lo que parece (idea romántica gabrielana) Si en el dia a dia fuésemos un poco más niños creo que nos iría mejor a todos y a todas. Si aplicaramos esos valores infantiles que destacas seríamos más felices. Creo que tanta hiper-responsabilidad, tanta autoexigencia, tanto intentar llegar a todo y bien, tanto controlarlo todo nos estresa y hace perder el norte de nuestras vidas. Por cierto, los Reyes Magos existieron en un momento de la Historia y siguen existiendo en una realidad donde no hay ni espacio ni tiempo….!A ver si rectificas el post, hombre, que te lo hemos dicho ya muchos!
FeliÇ i Sant Nadal molt a prop del nen Jesús i un 2011 ple d’esperança i cursos,seminaris,informes i propostes…
MARIA
Un post muy interesante y muy acertado, gracias por compartirlo.
Saludos,
Excelente artículo! Habrá que leer el libro!!
Feliz Navidad
Damián G.
Realmente aún nos queda mucho que aprender de los niños; por eso si los tenemos cerca es más fácil hacernos como uno de ellos.
Yo hace ya 5 años que dejé la empresa por la familia, y en el último año me he acercado al mundo de la educación como profesional…es una gozada estar con niños de 3 años!!!
Gabriel, Qué post tan bueno! Me ha gustado mucho! Saludos! Anita
Excelente post, Gabriel. Un buen comienzo para este reencuentro. A ver si te sigo.
Un abrazo,
Muy buen post. Comparto, junto al resto de opiniones, esa habilidad especial de inferir tus reflexiones en la vida diaria en la que vivimos. A tu pregunta de si nos interesan los valores de un niño, creo que todos seguimos teniendo un niño dentro de nosotros hasta el final de nuestro camino, como muy bien dices en tu artículo.
Las actitudes de un niño a menudo nos transportan al pasado, a nuestra época feliz medio borrada por el recuerdo pero que aún sigue latente y aflora en forma de ternura. Cuando veo a un niño a veces me pregunto si lo que está haciendo también lo hacía yo, si mi sonrisa era igual de sincera que la suya o si mi afán por descubrir se ha ido limitando con el paso del tiempo.
El mundo de la empresa debería ser un niño, no solo para crecer rápido, sino para dar transparencia, sinceridad, ver a las personas como tales y no dejar ese afán de descubrir, de innovar y sobre todo de dar las gracias.
M’encanta aquest post i crec que algunes empreses han tornat a donar valor a la familia dins l’àmbit laboral. Si tens la familia a prop teu a la feina (ni que sigui la foto de les últimes vacances amb els teus), tens més satisfacció i el món laboral, sovint bastant hostil, esdevé més senzill, més humà; Fa pocs dies vaig portar el cotxe a revisió al taller de la VOLVO de Tarragona, a sobre el taulell de recepció i havia una foto enmarcada del noi que m’estava atenent amb la seva muller i el seu fillet. Si més no, aquell retrat inspirava tendresa, feia caliu mentre esperaves el teu torn; Conclusió: tindre a la família present dins del món laboral te efectes positius tan per l’empresa com pel treballador; L’enhorabona Gabriel!! a veure si aquest 2011 ens retrobem
Sobre el tema dels nens, potser més que deixar-los anar per la oficina (que pot ser molest i distret més de cinc minuts) crec que hauríem de mirar de fer sortir el nen que encara hi ha atrapat en cadascun de nosaltres. Jo tinc un peluix molt simpàtic de color groc assegut permanentment a la cadira del davant de la meva taula que em recorda sempre que les coses no s’han de dramatitzar i, que malgrat ser director general d’una companyia, la creativitat, el joc i el sentit de l’humor no s’han de perdre entre muntanyes de papers, trucades, dinars de feina, reunions i factures impagades. Fins i tot en reunions el peluix ha mantingut la seva cadira, d’allà no el mou ningú. Ja se saps, els símbols són molt importants (o és que no hi ha multituds que es deixen matar i maten per un tros de drap de colors?
Martin Garrido me facilita este video, creo que de producción propia, sobre la idea del post.
Gracias a todos vuestros comentarios. Supongo que no dejar de admirarse y dar gracias es parte de la virtud de la infantilidad (me lo acabo de inventar). Si non e vero, habría que inventarla.
Gracias por la mención Gabriel. Realmente muy bueno tu artículo; los niños son sinceros y auténticos. Y mejor: siempre consiguen romper nuestra acartonada y apurada vida de los adultos. Un saludo y felicidades por el blog.
Me gusta la idea de visibilizar a hijas/os en el trabajo. Creo que conciliar la vida personal, laboral y familiar es una necesidad que no podemos seguir dejando de lado. Para que esto suceda es necesario que en las empresas se vea que existen, que necesitan cuidado y que olvidarse de ellas/os no hace a hombres y mujeres más profesionales.
Ser conscientes de la preocupación que madres y padres tienen hacia su familia, porque tampoco podemos olvidarnos de las personas mayores, implicaría una organización del trabajo más humana y supondría desarrollar unas capacidades que actualmente parecen incompatibles con la competencia profesional.
Saludos Si queréis más sobre conciliación podéis ir a mi blog Ángeles http://brizas.wordpress.com/
Muy bueno!!!
En su defecto, si quieren pueden contratarme a mi, que es más o menos lo mismo!! (@_@)
salu2
M’ha semblat un molt bon anàlisi de l’anomenat comportament «infantil» que tantes connotacions negatives té al món laboral. T’aconsello aquest video relacionat que estic segura gaudiràs. http://www.youtube.com/watch?v=V-bjOJzB7LY
Hola Gabriel,
interesante reflexión: el niño vs el adulto.
Muchas veces nos olvidamos que TODOS llevamos un niño dentro.
Si que es cierto que, a medida que crecemos, ese niño de va «ocultando» tras miles y miles de «responsabilidades», » tengo que», «debo que», etc … que hace que, con los años, incluso se llegue a desconectar de él.
Respondiendo a tu pregunta, creo que ese niño nos puede ayudar mas de lo que pensamos.
Si bien es cierto que el adulto debe tomar las riendas en ciertas ocasiones ( gestión de conflictos, etc … ) creo que si se basase en ciertas actitudes «infantiles» ( como no darle tanta importancia a todo, generar mas cercania, etc … ) podría ser, a corto y medio plazo, mucho mas productivo.
Eso si, ésto deber ser un pacto de todos: ya que, de lo contrario, podría ser antiproductivo para todo el mundo.
¿Quien se anima a dar el primer paso? .. contad conmigo!!
Un saludo,
Felipe García
Hola Gabriel, pasaba a saludarte… y comentarte como PostSantJordi, he recomendado tu libro en mi blog, iré viniendo. Un Saludo!
Gabriel, me ha gustado mucho.
¡Qué interesante y cuánto se puede aprender de estos pequeños!
Me ha gustado tu idea de retornar a «lo familiar» en la empresa, como clave para conciliar trabajo y familia.
Convencida que la línea de investigación debe ir por esa senda…
Todos los problemas de la sociedad se solucionarían si siguiéramos el principio comunista, de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad. La familia es la única realidad que hace esto posible. Gracias Pilar por el comentario.